-Los Poetas Pernoctadores-

-Los Poetas Pernoctadores-

·Testimonio de muchos·



-Somos Poetas Pernoctadores-

Cada noche es una nueva oportunidad para soñar y establecer las metas, unas metas que estamos seguros de recorrer a la mañana siguiente. Pero la verdad es que somos víctimas de nuestra propia imaginación. Hace años buscábamos un faro que nos mostrase el camino y hoy en día hay demasiados.

Bioshock Infinite
Esa desesperación por saber que no queda ninguna isla por descubrir es una idea que clava su ponzoña en nuestro corazón. Nos enseñaron que existían los normales y los únicos. Pero no nos prepararon para la reproducción irrefrenable de los únicos

Nos equivocamos. Alimentamos nuestros sueños con un reconocimiento instantáneo. No tenemos paciencia, la hemos perdido. Hemos comprado el discurso de la inmediatez y lo hemos absorbido por cada poro de nuestra piel.

Somos las generaciones que actúan como si no tuviesen tiempo cuando, en realidad, el reloj de arena se acaba de dar la vuelta. 

Tenemos prisa por hacer algo que sólo puede llevarnos años.

¿Y qué son los años, sino soñar al revés?

No vamos a cumplir nada hasta que no nos demos cuenta que hay obras que nunca podrán ser víctimas de la inmediatez. Que una casa se construye ladrillo a ladrillo, y que nuestra mente es desde el arquitecto hasta el peón. Una única entidad que se encarga de todo, y que se nutre de algo básico en la existencia: el tiempo. 

¿Y el tiempo sin constancia qué patético vals bailaría? 

El tiempo y la constancia son amantes eternos, jurados y prometidos bajo el signo de la eternidad. Y no nos damos cuenta que al querer cruzar el tiempo con la inmediatez sólo enfurecemos a la constancia. Porque actuamos como los narradores de los antiguos politeísmos: cruzamos a la hija con su padre. Esa inmediatez tan temida, es el fruto del tiempo y la constancia. Dicho de otra manera: si practicas alcanzarás la excelencia, si no lo haces, alcanzarás el fracaso.

El genio nace o se hace 

Y nosotros, pobres poetas pernoctadores no nos damos cuenta de absolutamente nada. Nuestro mundo es nuestro, y se apaga cuando nosotros lo hacemos. Es hora de crecer como el bolero de Ravel, con constancia y repetición hasta la excelencia. 

Todo lo que dejemos dentro es nuestra responsabilidad. Y todo nuestro legado, nuestro orgullo.


- Rafael Béller